martes, 26 de agosto de 2008

En cualquier parte del mundo... Por Hernan Pérez Loose

En cualquier parte del mundo, ha dicho el Presidente de la República, los estudiantes de la Católica que protagonizaron la protesta en su contra estarían ya expulsados. Creemos que no es así. En muchas partes del mundo los estudiantes han llevado a cabo protestas mucho más violentas contra los líderes políticos, especialmente contra presidentes, jefes de Estado y primeros ministros. Y en ninguna parte han sido expulsados por ello.

El más celebre caso es el de Daniel Cohn-Benadit, conocido como Daniel El Rojo, quien lideró la protesta estudiantil de mayo de 1968 por las calles de París, y que se gestó en los campus universitarios. Una protesta que puede decirse es emblemática de la rebelión estudiantil en todo el mundo y que en nada se compara con los sucesos de la Católica.

En la Sorbona no prosperó la pretensión de expulsarlo a Cohn-Benadit por haber protestado e interrumpido la visita de un ministro al campus de Nanterre para inaugurar una obra. Tampoco fueron expulsados los estudiantes que protestaron en y desde los predios universitarios contra Chávez.

Las protestas, los epítetos y las señas ofensivas de los ciudadanos contra el Presidente y, en general de los políticos, por mucho que sean desagradables, están protegidas por el derecho de libertad de expresión. Es el riesgo que asumen las figuras públicas por ser tales en una democracia. Es increíble que aquí se hable de “delitos”, “cómplices” , “indagatorias”, etcétera.

(Qué diferencia, a propósito de estudiantes, con el trato que recibieron las supuestas estudiantes extranjeras que acampaban con las FARC en Angostura.)

En ninguna parte del mundo un Presidente se dedica a insultar por la radio todas las semanas, a tildar de “vieja” o “divorciadas” a unos, y de “enanos” a otros, o pide a un grupo de estudiantes que griten palabras soeces (“a la casa de la v….”).

A ningún Presidente se le ocurre ir a una universidad hacer proselitismo político. Los pocos que han pisado algún campus universitario lo han hecho por razones académicas o simplemente ceremoniales.

Ni se diga la celebre frase “Ustedes son cuatrocientos, ellos cincuenta…”. Algo semejante no se concibe ni en las naciones más atrasadas del África.

En ninguna parte del mundo un gobierno pasa una cadena de televisión nacional mostrando las imágenes de cuatro o cinco estudiantes –de las decenas de estudiantes que protestaron– acusándolos de cometer delitos y condenándolos por sus apellidos.

En ninguna parte un Presidente hubiese iniciado un juicio como el que se inició contra el diario La Hora, y menos se le hubiese ocurrido decir qué ley le obligaba a hacerlo.

En ninguna parte se amordaza tanto a los medios de comunicación como lo plantea el proyecto de Montecristi.

En ninguna parte del mundo podría concebirse que los cabecillas del brutal ataque a un Tribunal Constitucional hayan sido recompensados, no sancionados. O que la Prefecta de Orellana, Guadalupe Llori, siga en prisión.

Bueno, la verdad es que estas cosas sí pasan en alguna parte del mundo. Pasan en nuestro país, y en una que otra dictadura.

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